Al verdadero hombre de mi vida. Sí, a ti, PAPÁ.

10/1/20142 min read

He de reconocer que me ha costado mucho decidirme a escribir esta entrada, pero anoche, tras una conversación muy interesante con una buena amiga, me vi impulsada a hacerlo. Las personas cercanas a mí saben perfectamente como era mi relación contigo, lo importante que eras, eres y serás siempre para mí.

Nací el 11 de julio de 1984, verano, julio, mi mes favorito, probablemente por ello. Nací en un momento delicado. Pero gracias a la buena voluntad de todos todo fue bien. Pero no es de mí de quien quiero hablar hoy, es de una de las personas más importantes de mi vida: mi padre.

Recuerdo por las tardes, cuando mi madre venía a por mí al cole y esperaba ilusionada que él llegara de trabajar. ¡Cómo echo de menos esos abrazos y pellizcos en el moflete que me daba! (Seguro que más de uno sabe perfectamente a lo que me refiero 😉) Después llegaba el fin de semana, y hacíamos las maletas. Ahí nos íbamos los 3 al pueblo, a Marines, a la montaña. Recuerdo pasar tardes buscando espárragos, salir después de una tormenta a buscar caracoles (que yo luego intentaba liberar…), subirme con él a la acequia a coger cangrejos y también renacuajos para ver como se convertían en ranas. Guardo un especial recuerdo de nuestros «paseos» matutinos al pueblo de al lado, 10 km entre ida y vuelta que en familia sabían a gloria. La mayor parte de los recuerdos de mi infancia son así. Paella en el jardín, mis padres arreglando el patio, yo corriendo todo el día fuera de casa (hay cosas que no cambian nunca…). Lo más importante de esta historia, que quizá se parezca mucho a la vuestra, es que, mi infancia, gracias a ellos fue MUY FELIZ.

Hoy soy la mujer que soy gracias a todo lo que he vivido pero especialmente a lo que mis padres me enseñaron. De mi madre tengo la suerte de seguir aprendiendo. De mi padre aprendí un valor que considero muy importante en mi vida: el valor de la unión. Aprendí el valor que tiene la fuerza, la lucha, la seguridad, el trabajo, la familia. Aprendí a luchar día a día por mis objetivos. Aprendí el valor del respeto a los mayores, algo que en algunos casos se ha perdido. Aprendí que es importante saludar, preguntar, ser amable con los demás. Parece muy evidente a esta edad, pero a la edad en que iba aprendiendo estas cosas os aseguro que para mí no lo era tanto… De su mano aprendí, en definitiva, a dar mis primeros pasos en la vida.

Papá, no puedo hablar de ti sin hacer referencia a ellas, no hay una sola vez que vea una mascletà que no esté pensando en ti, no puedo, va contigo, conmigo. Esa a la que le cantabas esta canción y hacías tan feliz.

Te echo de menos, mucho. Han pasado 10 años y por sorprendente que resulte, me cuesta recordar porque aún duele. Duele no poder compartir contigo mis cosas, duele no tenerte a mi lado, duele porque eres muy grande, de lo más grande que me ha dado la vida. Gracias por estar a mi lado entonces y gracias por hacerlo ahora, porque sé que estás de alguna manera conmigo siempre. GRACIAS POR TODO PAPÁ.

De la teua xiqueta xicoteta

Te quiero