¿Cuánto tiempo necesita el patito feo en darse cuenta de que se ha convertido en un cisne?

1/21/20252 min read

Me pregunto cuánto tarda un cisne en darse cuenta de que ya no es un patito feo. Cuánto tiempo necesita para mirarse en el espejo y reconocer que ya no es quien era. Que nadie lo mira como antes. Que solo él mismo lo hace. Y cuántos espejos necesita que le devuelvan su imagen actual para integrarla, para levantarse cada mañana y ver desde su propia mirada al cisne en el que se ha convertido.

Y, bueno, ya sabéis que no estoy hablando de cisnes.

Hace muchos años yo era una adolescente, una joven que pese a tener siempre amigas y no sentirme nunca sola pues no era popular. En aquel momento tenía una fe muy arraigada, que con los años se fue transformando, y eso me hacía diferente. Y lo diferente es susceptible de ser rechazado. Y sentí ese rechazo. También era "buena" o lo intentaba, evitaba el conflicto, y eso me convertía en diana fácil para aquellos que no saben bien a donde dirigir sus disparos. Tampoco llamaba la atención de los chicos, porque siempre tenía una amiga que estaba más delgada, era más rubia, más alta, más llamativa o más atrevida que yo. Así que, asumí que si me parecía a alguien no era al cisne, eso desde luego.

Con el paso de los años podría decirse que me fui transformando y empecé a percibir miradas diferentes. Incluso conseguí la mirada de una persona que para mí estaba muy por encima de mí. -Error de concepto, lo sé.- No sirvió de nada. Porque esa persona no me miraba solo a mí. Porque siempre había alguien de nuevo más mona que yo, más rubia, más guapa, más... Más lo que fuera. Y yo, que andaba más cerca de ser un cisne que un patito me volví a hacer pequeña de nuevo. 

Y a mí me gustaban los cisnes, pues claro, ¿a quién no?

¿Y cómo iba a elegirme un cisne a mí que me seguía viendo como un patito sin serlo?

He vivido muchas experiencias más, incluso la de obtener la mirada de alguien a quien valoro muchísimo y que jamás me ha hecho sentir que haya otra que sea más de nada... y aún así, la niña herida sigue empeñada en ver al patito en el espejo. Y yo intento decirle que ya no soy esa niña, que me he convertido en una mujer, que me siento vista, que he conseguido la mayoría de las cosas que me he propuesto en la vida, porque no seré la más de nada, porque no hace falta, pero soy soñadora y trabajadora a partes iguales y eso te hace conseguir prácticamente lo que te propongas. 

Yo solo espero que llegue el día en que no tenga que recordarme estas cosas, que mire al patito con cariño le sonría y le diga ¿has visto todo lo que has conseguido? y él me devuelva la sonrisa tras liberarse de las lágrimas que aún hoy a veces lo ahogan. Suerte que aún así es capaz de nadar a contracorriente si hace falta porque aunque no se lo acabe de creer... Nada le para.