¿Resignación o aceptación?

7/22/20142 min read

Generalmente soy partidaria del optimismo, del positivismo, de la alegría, de sonreír a la gente, a la vida, de agradecer todas y cada una de las cosas que me da porque considero que tengo muchos motivos para hacerlo. Pero también porque estoy plenamente convencida de que esa actitud es la que más feliz te hace. Uno muchas veces no es feliz porque puede sino porque quiere.

Sin embargo, esta actitud te lleva a veces a tapar los sentimientos, a ponerte una máscara, a obviar o apartar aquello que te haría estar mal. Y entonces vives una situación desagradable para ti y la tapas, la frivolizas, la cuentas en tercera persona, como si la historia no fuese contigo… Y te olvidas de pasar realmente el duelo necesario porque tú tienes que estar bien. No puedes estar mal porque hay personas que no se lo merecen o porque hay otras que no querrían verte así.

Así pasan los días, los meses, y al final aprendes a estar bien. Y eres feliz, muy feliz, tanto que por momentos casi ni recuerdas lo feliz que eras tiempo atrás o que podrías haber sido. Y se te olvida… Se te olvida lo que un día fuiste, lo que querías en tu vida y no ha podido ser hasta ahora. Pero al final el tiempo pone todo en su sitio, y a todos. Un día despiertas echando de menos aquello que fuiste. Y entonces te vuelves a enfrentar a la realidad. Todo lo que eras lo habías elegido. Gran parte de lo que eras y habías construido te fue arrebatado sin pedirte permiso. Y suena en tu cabeza esa frase que has escuchado tantas veces… «era lo mejor». Pero tú sabes que lo mejor no era eso, lo mejor habría sido que todo hubiera sido de otra manera, eso sí, desde el principio…

Después de tanto tiempo viviendo intentando ser feliz te das cuenta de que quizá sea bueno tomarte tu tiempo y no forzarte ante las nuevas situaciones que se plantean. Dejar que todo cure poco a poco, a su debido momento.

Aunque sin olvidar nunca que cuando la vida no te trae lo que quieres, sin duda lo mejor es querer lo que tienes.